lunes, 19 de noviembre de 2012

Dios primero - DEVOCIONALES

DIOS PRIMERO






Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia,y todas estas cosas os serán añadidas.Así que, no os afanéis por el día de mañana.Porque el día de mañana traerá su afán.Basta a cada día su propio mal. Mateo 6:33-34.

Las palabras de Jesús citadas en el versículo del encabezamiento siempre serán revolucionarias. No proponen cambiar la sociedad, sino modificar mis pensamientos desde lo más íntimo, mi manera de razonar. En suma dicen: ¡Dios primero!
Es cierto que necesito vivir, debo ganar dinero, vestirme, alimentarme… sin embargo, estas palabras me llegan como una señal de advertencia: ¡Dios primero! Esto se dirige a todos, pero hoy especialmente a mí como cristiano. ¿Qué implica esta exhortación? Un momento de recogimiento, de oración, de lectura bíblica; un momento para aprender a confiar en Dios, para exponerle mis necesidades y las de otros. Entonces puedo ir a mi trabajo y hacerlo con el Señor.
Sí, ante todo, el creyente debe cuidar la calidad de su relación con Dios, hacer de ella la preocupación dominante de su vida y no dar la prioridad a otra cosa. Buscar el reino de Dios es escuchar su voz que habla a mi conciencia, me corrige y me instruye; es dejar que el Señor reine en mi vida, es decir, en mis actividades, mi casa. Buscar el reino de Dios es tener conciencia de lo que agrada al Señor, de sus derechos y de su autoridad. Es confiar en Él.
Y usted que se halla muy ocupado… ¿ha pensado “primeramente” en Dios para ponerse en regla con Él y recibir su gracia y su perdón? Esta es la gran prioridad para todos.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Sobreviviendo a la lucha diaria - DEVOCIONALES

Sobreviviendo a la lucha diaria

 No juegues con fuego, no creas que siempre tendrás la capacidad de parar en el momento indicado.


Todos los que hemos recibido el amor de Dios en nuestra vida y que ahora vivimos para Él debemos estar conscientes que nos encontramos en una lucha diaria.
Todos los días libramos una batalla en nuestra vida, entre querer agradar a Dios y querer satisfacer nuestros instintos pecaminosos sean estos de cualquier tipo.
Aquel que no sea consciente de esto o que no le ponga el debido cuidado que se merece, se encontrara fácilmente con tentaciones de todo tipo que poco a poco lo querrán arrastrar hacia el error.
La Biblia dice: “¡Estén alerta! Cuídense de su gran enemigo, el diablo, porque anda al acecho como un león rugiente, buscando a quién devorar.” 1 Pedro 5:8 (Nueva Traducción Viviente).
No importa lo fuerte que creas que eres, ni la enorme capacidad que creas tener para poder resistir al enemigo, no se trata de ti, ni de lo bueno que seas para esto o aquello, se trata de que al igual que todos los humanos eres de carne y hueso y con una naturaleza que te lleva fácilmente a pecar. Por esa razón el Apóstol Pedro nos recomienda: “¡Estén alerta!”, eso nos debería llevar a pensar que en cualquier momento el enemigo puede lanzar sobre nuestra vida uno de sus ataques para hacernos caer.
Por esa razón también la Biblia nos dice: “Por eso, que nadie se sienta seguro de que no va a pecar, pues puede ser el primero en hacerlo.” 1 Corintios 10:12 (Traducción en lenguaje actual). Este mismo pasaje bíblico en otra versión dice: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.” 1 Corintios 10:12 (Reina-Valera 1960).

No se trata de creerse muy fuerte ante el pecado y por esa razón andar en busca de el, en la Biblia leemos que Dios nos motiva a huir del pecado, a alejarnos de el y no a buscarlo: “No te dejes llevar por las tentaciones propias de tu edad. Tú eres joven, así que aléjate de esas cosas y dedícate a hacer el bien. Busca la justicia, el amor y la paz, y únete a los que, con toda sinceridad, adoran a Dios y confían en él.” 2 Timoteo 2:22 (Traducción en lenguaje actual).
Quizá los últimos días has andado detrás del pecado, te has creído lo suficientemente fuerte y has estado en lugares que tu muy bien sabes que no deberías estar.
Quizá has estado jugando poco a poco con fuego sin quemarte y eso te ha hecho creer que el pecado no puede en contra de ti, sin embargo sin que te des cuenta poco a poco estas siendo arrastrado al campo de batalla del enemigo en donde te querrá rodear y cuando lance su ataque final te querrá herir de muerte.
No permitas que el enemigo te engañe haciéndote creer muy fuerte, tú al igual que yo somos vulnerables, tenemos una tendencia a pecar y por muy fuertes que creamos que somos, podemos caer en cualquier momento. Por esa razón la Biblia nos aconseja: “Así que humíllense delante de Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes.” Santiago 4:7 (Nueva Traducción Viviente). Humillarse delante de Dios tiene que ver con reconocer nuestra debilidad al pecado y nuestra dependencia total de Dios.
¿Quieres realmente ser fuerte ante el pecado?, entonces humillemos delante de Dios, obedezcamos su Palabra y si su palabra nos motiva a huir de todo aquello que nos incita a pecar, entonces? ¡Hagámoslo!, humillarse delante de Dios tiene que ver con buscar cada día agradarlo a Él, reconocer nuestra necesidad de Él y reconocer que sin Él nada somos, que todas nuestras capacidades provienen de Él y por lo tanto le debemos todo.
No juegues con fuego, no creas que siempre tendrás la capacidad de parar en el momento indicado, ¿Qué tal si un día esa capacidad de la que tanto te jactas te falla?, no permitas que el enemigo te saque ventaja, al contrario, sácale ventaja tú, buscando a Dios y huyendo alejándote de todo aquello que te quiera llevar a pecar.
¡Dios busca gente determinada a huir del pecado y acercarse a Él!

Autor: Enrique Monterroza

 

 

 

 

sábado, 17 de noviembre de 2012

Recordando con melancolia el pasado - DEVOCIONALES

Recordando con melancolía el pasado

 

Por alguna extraña razón he notado que la mayoría de nosotros contamos el pasado como grandes momentos en donde fuimos “muy buenos” para todo.
Es normal escuchar típicas frases haciendo alusión al pasado: “Yo antes, oraba dos horas diarias”, “Cuando era joven servía en todos los Ministerios de la Iglesia”, “Hace diez años yo andaba casa por casa evangelizando”, “Cuando yo era más joven predicaba en los parques e iba a las cárceles a llevarles el mensaje a los presos”, “Recuerdo como me gustaba enseñar a los niños, disfrutaba esos momentos”, “Recuerdo cuando participaba en esos dramas en la Iglesia y la gente se convertía porque Dios tocaba sus corazones”, “Yo leí toda la Biblia tres veces hace mucho tiempo”, “Antes, no me perdía ningún servicio en la Iglesia”, “Yo fui un buen servidor, siempre fui responsable”, “Yo fui líder de jóvenes”, etc. Estas y muchas otras frases son muy común de escuchar entre personas que comentan que en su pasado hacían esto o aquello, o eran de esta forma o de otra, pero la mayoría de personas que comentan estas experiencias o vivencias tienen algo en común: Hoy en día todo es diferente.
Y es que nos pasa a todos. Todos al recordar algún momento bonito del pasado nos damos cuenta lo bueno que éramos, lo responsable, lo comprometidos con Dios o lo espiritual que éramos en “otros tiempos” y al compararlo con el día de hoy a veces no comprendemos como llegamos a cambiar tanto.
Conozco personas que en un tiempo fueron muy buenos servidores, con una disposición tan hermosa para servir, con una pasión por lo que hacían, con una fe tremenda, personas que hoy en día ya no son ni la sombra de lo que un día fueron, y que ahora viven su vida recordando con melancolía su pasado, como cual anciano recordando sus días buenos en su lecho de muerte.
Y es que a todos nos cuesta ser constantes, a todos nos cuesta mantenernos en cierto nivel, y es que lo difícil no es llegar arriba, lo difícil es mantenerse allí arriba sin bajar.
Personalmente recuerdo muy buenos momentos en mi pasado y ahora me doy cuenta de cómo he cambiado en ciertos aspectos que nunca tuve que haber cambiado. No puedo vivir recordando las cosas buenas nada más, sino que tengo que HACERLAS hoy en día.
La vida cristiana no se vive recordando grandes hazañas del pasado, sino haciendo nuevas hazañas cada día. Si nosotros nos acomodamos a que un día fuimos o hicimos esto o aquello, entonces no tendremos motivación para hacer algo hoy que es el que realmente vale.
Cada día es un nuevo día para escribir una nueva historia, cada día es un nuevo día para aprender, para ser humildes, para vivir con pasión, para recordar de donde Dios nos saco y hacia donde vamos. Cada día es un nuevo día para no recordar con melancolía el pasado, sino para hacer de nuestro presente algo que realmente valga la pena.
Quizá tú seas una de las personas que en algún tiempo fueron o hicieron cosas lindas para el Señor, quizá tenias una relación personal con Dios hermosa, orabas mucho, leías mucho la Biblia, te gozabas alabándolo, sirviéndole, haciendo cosas para Dios, te deleitabas escuchando la Palabra de Dios, llorabas en su presencia, te quebrantabas fácilmente, pero hoy en día quizá todo es diferente y solo recuerdas con melancolía el pasado hermoso que tuviste, más en esta hora quiero motivarte a hacer de tu presente una nueva historia, a vivir cada día como que si fuera el ultimo, a revivir aquella pasión que un día existió en tu corazón por Dios.
Ya no es tiempo de solamente recordar los buenos momentos, es tiempo de VIVIRLOS NUEVAMENTE, es momento de dejar la comodidad en la que te has sumergido y comenzar a ser esa sierva o ese siervo del Señor que no lo detenía nada ni nadie para hacer la obra de Dios y cumplir su propósito en vuestras vidas.
¡Tienes que despertar! ¡Tienes que activar nuevamente tu vida! Es tiempo de comenzar nuevamente a forjar aquella vida devocional, es tiempo de comenzar a buscar a Dios nuevamente como se lo merece, es momento de ser realmente hijos suyos que lo busquen, que lo amen y que dependan totalmente de Él.
Ya no recuerdes con melancolía tu pasado, al contrario, vive tu presente de una forma en la que Dios se sienta orgulloso de ti.
Deja la comodidad que lo único que hace en tu vida es alejarte poco a poco de Dios y comienza a buscar a Dios como sabes bien que debes buscarlo, porque DIOS HARÁ GRANDES COSAS CONTIGO.

¡Tú tiempo no pasó, tú tiempo es AHORA!

 

“Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz;
Y por ello te vendrá bien.”
 

Job 22:21 (Reina-Valera 1960)

 


 

viernes, 16 de noviembre de 2012

LO QUE SIGNIFICA SEGUIR A JESUS - DEVOCIONALES

LO QUE SIGNIFICA SEGUIR A JESUS



“Prendieron entonces a Jesús y lo llevaron a la casa del sumo sacerdote. Pedro los seguía de lejos.” Lucas 22:54 (NVI)

Cada vez que estoy algo bajoneado y con pocas fuerzas, releo la historia de Pedro. Si hay un personaje que alterna luces y sombras con absoluta claridad es este apóstol impulsivo y que siempre iba al frente. Y si el mismísimo Dios lo eligió para formar parte de su grupo más íntimo, me sostiene pensar que también puede encontrar un lugar para mi, aun en los momentos de cansancio del alma.
Unas horas antes de este hecho, Pedro había prometido dar hasta la vida por el Señor Jesús. En la última cena fue el primero en prometer lealtad hasta las últimas consecuencias, y todos lo siguieron. En el huerto, fue convocado junto con Juan y Jacobo por Cristo para estar más cerca que los otros ocho. Pero al igual que los demás, Pedro también se quedó dormido.
En los momentos oscuros de la captura, trató de mostrar su fidelidad, había solo un par de espadas en el grupo. Estaban rodeados por un centenar de soldados del templo bien armados. Pero igual el fogoso Pedro sacó su espada y cortó la oreja de un hombre. No creo que le haya apuntado a la oreja. Seguramente le erró porque era un buen pescador, pero un mal soldado y no estaba acostumbrado a manejar la espada.
Cuando Cristo sana y se entrega, todos huyen y Pedro también. La turba violenta llevó a Cristo a la casa del sumo sacerdote. Durante el trayecto, Lucas hace esta salvedad. Pedro los seguí a de lejos. Tenía miedo, iba escondido, pero lo seguía de lejos. Ya no podía hacer nada para rescatar al Maestro, no tenía un plan B para rescates milagrosos; pero lo seguía de lejos.
Los otros diez no estaban. Ya se habían cansado de correr, solo Pedro lo seguía a Cristo. Y esta es la parte que me alienta. Aun con el fracaso a cuesta, con el miedo que lo encuentren, con la tristeza por haber fallado, con las manos cansadas por no poder ayudar, Pedro seguía a Jesucristo. Mal, a los tumbos, como podía, pero lo seguía.
Hoy tal vez estés como Pedro, siguiéndolo a Cristo de lejos, a los tropezones. No abandones. Obviamente Jesucristo prefiere que lo sigas entero y digno. Pero si hoy no podés, igual seguilo. Es mejor eso a estar detenido.


REFLEXIÓN – Siempre es mejor seguir a Jesús.

ALMA ABATIDA - DEVOCIONALES

ALMA ABATIDA





Salmos 42:5
42:5 ¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza, y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!

Este es un salmo escrito por un hombre envuelto en un profunda lucha personal. En el versículo 3, el salmista describe su condición: «Mis lágrimas han sido mi alimento de día y de noche.» En el versículo 6, con una franqueza que nos asombra, confiesa: «Dios mío, mi alma está en mí deprimida.»

Para muchos de nosotros, la depresión es inadmisible en quienes pertenecen al pueblo de Dios. ¿Cómo alguien que tiene acceso al poder ilimitado del Dios de los cielos y la tierra puede llegar a estar deprimido? Creyendo que esto es un pecado, con frecuencia presentamos a los demás esos valientes, pero huecos, despliegues de triunfalismo que pretenden convencer que estamos viviendo la victoria de Cristo cada día.


El problema radica en la tendencia a dejar que nuestros sentimientos sean los que gobiernan nuestra vida. Es precisamente en esto que muchos cristianos caen.

La verdad es que la vida con frecuencia nos lleva por caminos en los cuales experimentamos toda gama de emociones y sentimientos que son propios de nuestra frágil humanidad. En la honesta confesión del salmista no encontramos otra cosa que la sincera expresión de sentimientos con los cuales todos hemos luchado en ocasiones. Hasta el Hijo de Dios no se vio librado de ellos; frente a la inminencia de la muerte, confesó a sus más íntimos: «Mi alma está muy afligida, hasta el punto de la muerte.» (Mat 26.38)

El problema no está en experimentar estos sentimientos. Ellos son la reacción de nuestra alma a situaciones adversas y tristes; normales en cualquier persona. El problema radica en la tendencia a dejar que nuestros sentimientos sean los que gobiernan nuestra vida. Es precisamente en esto que muchos cristianos caen. Ceden frente a los sentimientos de abatimiento, angustia, tristeza y desánimo y esto los lleva a abandonar la oración, el congregarse y su devoción a Dios, lo cual, a su vez, produce aun mayor depresión.

Nuestros sentimientos son inestables, cambiantes y poco confiables. Piense en todas las cosas que tenemos que hacer cada día y que no podemos depender de lo que sentimos. El solo salir de la cama cada mañana implica una batalla colosal con sus sentimientos. Usted hace caso omiso del revoltijo interior, y saca el pie de la cama de todas formas.

El Salmista reconocía el peligro de permitir que sus sentimientos comenzaran a dirigir su vida, y él mismo confronta con firmeza a su corazón: «¿Por qué te abates, alma mía, y por qué te turbas dentro de mí?» Luego, con tono firme, le dio una orden: «Espera en Dios, pues he de alabarle otra vez por la salvación de su presencia.» Esto es imponer los principios eternos de la Palabra sobre los sentimientos pasajeros del momento. Como líder, usted tendrá muchas veces que dar este ejemplo de disciplina a los suyos.

Para pensar:

¿Cuáles son los sentimientos con los que lucha con más frecuencia? ¿A qué comportamientos lo invitan estos sentimientos? ¿Qué necesita hacer para que sus sentimientos no gobiernen su vida? ¿Cómo puede vivir una vida de mayor estabilidad emocional?